lunes, 2 de abril de 2012

¿Fin de la libertad?


Se ha convertido en una de las propuestas de ley más habladas y polémicas de la historia de la legislatura de EEUU: la ley SOPA o Ley H.R. 3261 fue presentada en el congreso el 26 de Octubre de 2011 con el fin de frenar la creciente oleada de descargas de contenidos ilegales de la red. Así bien, poco se oyó hablar de esta propuesta hasta que nos afectó a todos, y con esto no me estoy refiriendo exclusivamente al cierre de Megaupload, pues soy consciente de que hay aún gente que prefiere comprar un CD de música o un libro (pese a sus elevados precios, debo añadir) que bajarlos de internet con un simple clic. Aparte de este ambiente de terror entre las páginas de descargas, también tenemos que añadir la parte de la ley que habla del “streaming” de contenido con derechos de autor, es decir, todas esas páginas utilizadas para escuchar la radio o ver programas de televisión de forma gratuita que pasarían al cajón de los cigarrillos en la oficina.  
La ley SOPA y su compañera PIPA no han sido aprobadas aún, pero sus efectos se muestran ya antes de que se ponga la firma en el papel; por mucho que quieran decir que estos dos proyectos no tienen nada que ver con los cambios que se están produciendo en el mundo virtual, creo que es como una especie de ensayo para mostrar a los opositores las “ventajas” que tendría su aprobación, pues  no han encontrado otra forma de hacer unánime el “sí” en el parlamento de Estados Unidos.
Todo el mundo se paralizó el día del cierre de la grandísima empresa Megaupload; el gobierno y los efectivos policiales comenzaron una búsqueda sin descanso de contenido ilegal para eliminarlo, las páginas aún existentes buscaron métodos para protegerse y algunas incluso anunciaron el cese en el intercambio de datos. Desde las grandísimas Fileserve hasta los pequeños blogs de literatura juvenil empezaron a verse afectados, bien porque tenían enlaces en el sitio web o por amenazas de cierre de sus páginas. Una tontería a mi parecer que todos los medios y el mismísimo gobierno de los Estados Unidos no fuesen capaces de cerrar la boca mientras se llevaban esposado a Dotcom, tanta gloria y excitación por una normativa que resulta ridícula por varios motivos. ¿Saben ustedes como está afectando esto a muchos usuarios de Youtube? Se cuentan a miles los vídeos que hay en la red utilizando canciones (o incluso frases de canciones), que no proporcionaban ningún enlace de descarga ni hacían mal uso del material multimedia, que han sido eliminados.
 Me pregunto si incluso llegará el momento en que los niños de primaria tengan que pagar por cantar las canciones del verano mientras saltan a la comba en el parque… El ansia de las editoriales, las discográficas y todas las compañías dedicadas al arte de proteger lo que “es suyo” se está volviendo imparable. ¿No sería más fácil, señores ministros, poner regulaciones a los precios del material digital para que no se excedan? Si repasamos la lista de precios, actualmente un libro te cuesta incluso 5 euros más que hace cuatro años, y mucha gente no está dispuesta a comprarlo por muy fan que sean del autor  si lo pueden tener en menos de cinco minutos de manera gratuita.
 Debemos tener en cuenta que  Internet ofrece un sinfín de posibilidades y creo que siempre se encontrará un modo de burlar las normas. Por tanto, lo que se está haciendo me parece una pérdida de tiempo y dinero, cuando lo que creo que de verdad ayudaría sería apoyar a esas páginas legales que ofrecen descargas de multimedia a precios módicos; esas que apoyan la continuidad de la era de las innovaciones tecnológicas, porque aunque la época del papel y los discos de doble cara han sido muy tiernos, ha llegado la hora de seguir adelante. Quedarse atascado en el pasado intentando rescatar lo que ya está medio muerto es algo inútil, es como combatir misiles nucleares con un ejército armado con cuchillos de plástico.



ELENA ROMERO

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